La música terapéutica ha sido objeto de estudio en múltiples investigaciones sobre su efecto en la ansiedad y el estrés. Estudios han mostrado que escuchar música puede inducir diferentes estados emocionales, influenciando directamente la percepción de ansiedad. La música seleccionada por su carácter subjetivamente agradable para el oyente ha mostrado reducir los niveles de ansiedad, lo que sugiere su potencial uso terapéutico.
Esta capacidad de la música para alterar los estados emocionales depende en gran medida de las preferencias personales, razón por la cual resulta crucial individualizar las intervenciones musicales en contextos terapéuticos. Además, el efecto calmante de la música se ha vinculado a cambios en la actividad cerebral y la liberación de neurotransmisores relacionados con el placer y el bienestar.
Para investigar cómo la música afecta la ansiedad, se han utilizado herramientas de evaluación como el inventario STAI, tanto en condiciones pre- como post-exposición a música agradable o desagradable. Los resultados indican que la música agradable tiende a reducir la ansiedad, mientras que la música que se percibe como desagradable puede incrementarla.
Es importante considerar que la ausencia de música también presenta efectos sobre la ansiedad. En situaciones de silencio, se observan niveles ligeramente aumentados de ansiedad en comparación con antes de la exposición, lo que sugiere que el entorno sonoro en general influye en nuestro estado emocional.
Para analizar el impacto de la música en la ansiedad se empleó un diseño experimental con medidas repetidas en diferentes condiciones: música agradable, música desagradable, y silencio. Los participantes, un grupo diverso de adultos jóvenes, seleccionaron música que consideraban agradable y desagradable, lo cual fue utilizado durante el experimento.
Se implementaron procedimientos estandarizados, comenzando con una etapa de espera, seguido de pruebas de cálculo mental para inducir stress. Luego, los participantes se expusieron a una de las tres condiciones experimentales antes de volver a evaluar sus niveles de ansiedad utilizando el inventario STAI.
Los datos fueron analizados mediante métodos estadísticos que compararon las diferencias de ansiedad antes y después de cada condición. Se hallaron diferencias estadísticamente significativas entre las condiciones, validando la hipótesis de que la música afecta los niveles de ansiedad de acuerdo a su percepción subjetiva.
Los análisis destacaron un aumento significativo de la ansiedad tras escuchar música desagradable, sin embargo, las diferencias en la condición de música agradable y sin música no fueron estadísticamente significativas, a pesar de mostrar una tendencia hacia la reducción de ansiedad.
Los resultados enfatizan la importancia de considerar las preferencias musicales personales en el contexto terapéutico para la gestión de la ansiedad. La música no solo actúa como un modulador emocional sino también como una herramienta potencial para mejorar la salud mental cuando se selecciona adecuadamente.
Es imperativo en futuras investigaciones ampliar la muestra y considerar otros factores influyentes como el orden de las condiciones experimentales y diferentes medidas de ansiedad. Además, integrar un enfoque cualitativo que analice las experiencias subjetivas de los participantes podría aportar valiosa información.
Para profesionales en el área de la salud, estos hallazgos sugieren que las intervenciones musicales personalizadas pueden ser efectivas en el manejo de la ansiedad y el estrés. Se recomienda considerar la inclusión de música en programas de terapia, ajustada a las preferencias culturales y personales de cada paciente.
La aplicación de música adecuada en entornos terapéuticos podría optimizarse mediante la integración de tecnologías modernas que faciliten la personalización y ajuste de sesiones musicales terapéuticas, promoviendo una salud mental efectiva y sostenible.
Gestiona el estrés y la ansiedad con elegancia